jueves, 28 de mayo de 2015

Carta de una estudiante graduada de escuela pública



Voy a iniciar mi escrito de la misma manera en la que muchos estudiantes puertorriqueños han iniciado los suyos, con una oda al ego y un despliegue de mis "logros". 


Durante todos mis años de estudio siempre fui una estudiante destacada. Me gradué de la Escuela Elemental Dr. Modesto Rivera Rivera con alto honor, de la Escuela Intermedia Agustín Cabrera con alto honor y de la Escuela Superior Luz América Calderón con alto honor. Siempre pertenecí a los grupos catalogados como "avanzados". De todas las escuelas me gradué con trofeos y medallas y en todas formé parte del Cuadro de Honor. Me gradué de escuela superior con un promedio de 3.93 y con un IGS de 356. A diferencia de mis compañeros, tomé la prueba PEAU o el "college board" una sola vez y en contra de la insistencia de mis maestras de que repitiera la parte de la mañana para que obtuviera una mayor puntuación. En mi caso esto realmente no era necesario pues con mi promedio e IGS entraba a cualquier recinto y a cualquier programa. 



Contrario a lo que la mayoría de la población quisiera creer, mis notas y mis "logros" no son evidencia de que el sistema de educación público puertorriqueño es excelente. Cuando inicié el "Head Start" la maestra le indicó a mi mamá que debía comprar un cuaderno especial para mí, ya que yo estaba "por encima del resto de los estudiantes". Mi mamá lo hizo y se dedicó a estudiar conmigo en nuestro hogar. Luego de esto cursé el Kinder, el primer grado, parte de segundo y tercer grado en Bailey Elementary School y Branch Elementary School en Edwards Air Force Base localizada en el desierto de Mojave en el estado de California. Al regresar a Puerto Rico cursé un semestre en el Colegio María Auxiliadora para mi segundo grado. Para mi tercer grado, mis padres decidieron ponerme en la Escuela Dr. Modesto Rivera Rivera, sin embargo mi experiencia fue tan terrible que decidieron ponerme en el colegio Corsino's School para mi cuarto grado. Desafortunadamente, nuestra situación económica no permitió que siguiera cursando mis estudios en una escuela privada por lo que me vi forzada a regresar a la Escuela Dr. Modesto Rivera Rivera, donde culminé mis estudios de escuela elemental. 


En mi escuela elemental pública tuve una bibliotecaria excelente que creó un club y fomentó la lectura. Cuando pasé a escuela intermedia, la biblioteca nunca estaba abierta. Eso sin agregar los recursos limitados con los que contaban las mismas. En mi escuela elemental tuve una maestra excelente de ciencias, pero también tuve muchas maestras que ocupaban el tiempo de la clase hablando sobre su vida personal o que simplemente no nos daban clase. Ese fue el caso con mi maestra de español de quinto y sexto grado, la misma se sentaba en su escritorio a leer mientras los estudiantes hablaban, jugaban o dormían en el salón. También recuerdo que a mi maestra de estudios sociales le daba miedo estar sola en su casa y que por eso dejaba el televisor encendido hasta que llegaba su esposo del trabajo. Sí, esa historia la contó durante la clase. Mi maestra de inglés me acusó de que mis padres eran quienes realizaban mis asignaciones y le mandó una carta a mi mamá en la que le pedía que dejara de hacerlo. Mi mamá tuvo que ir a la escuela para decirle que yo era bilingüe y que hacía todas mis asignaciones sola. Mi hermano menor tuvo una maestra de ciencias que golpeaba a los estudiantes y una maestra de inglés cuya clase consistía de colorear dibujos en papel. 


En mi escuela intermedia todos mis maestros de matemáticas me fallaron con la excepción de una. Recuerdo una ocasión en la que mi maestro de octavo grado tomó nuestros exámenes, los lanzó al suelo y luego al zafacón mientras nos gritaba y humillaba. Ese mismo maestro nunca nos dio el material que correspondía. Mi maestra de noveno grado tuvo que rescatarnos y tratar de darnos tres años de matemáticas en un solo año. En intermedia, mi mamá se tuvo que reunir con la directora varias veces. No porque yo fuera una mala estudiante, sino porque tenía muchos maestros mediocres. Como por ejemplo, la maestra de educación física que me gritó "Cabrona" frente a todos mis compañeros. Mi maestro de música no tenía licencia para enseñar y nos humillaba constantemente en el salón de clases. El mismo se paraba frente a la pizarra y dibujaba un punto en la parte superior donde indicaba que ahí estaba la directora. Luego, trazaba una línea vertical de unas dos o tres pulgadas y dibujaba otro punto para indicar que ahí se encontraba él. Por último, trazaba una linea vertical hasta el final de la pizarra y dibujaba otro punto donde indicaba que ahí estábamos nosotros. Demás está decir que con él tampoco aprendí lo que se suponía se impartiera en su clase. Tuve otra maestra de estudios sociales que, al igual que muchas, dedicó gran parte de su clase a hablar sobre su vida personal. Con ella aprendí que su padre le había hecho una operación en el brazo a sangre fría y que había sido víctima de violación. Tengo muchas historias que contar, pero fueron doce largos años y todavía me falta hablarles sobre mi escuela superior.


En mi escuela superior tuve dos maestras que se destacaron y que hicieron la diferencia con mi grupo. Una de español y otra de inglés. Ambas nos dieron una clase equivalente a español básico universitario y a inglés básico universitario. Sin embargo, tuve una clase de historia de Estados Unidos y de América Latina en la que no aprendí nada. La misma maestra de historia permitió que estudiantes de otro grupo evaluaran y le asignaran notas a nuestras monografías. Estos estudiantes no solo hicieron fiesta con nuestras notas, otorgando "C" y "D" a la mayoría de mi grupo, sino que además se burlaron e hicieron comentarios despectivos sobre nosotros. Una vez más mi mamá tuvo que ir a pelear en mi escuela. Una vez más el resto de los maestros hizo silencio. Tomé una clase de biología en la que el maestro nos llenaba la pizarra de preguntas y luego nos daba las contestaciones. Mi maestra de matemáticas hizo una encuesta en mi salón para saber a qué programas universitarios estábamos contemplando aplicar y así fue como ella decidió qué matemática era la que nos iba a enseñar. Ya que la matemática que nos iba a enseñar no iba a beneficiar a quienes pensábamos estudiar ciencias e ingeniería, mi maestra decidió tomar una hora de su día para proveer a otro compañero y a mí, el material necesario para que cuando llegáramos a la universidad no fracasáramos. Desafortunadamente, una compañera malintencionada le comunicó a la directora lo que mi maestra estaba haciendo. La directora le prohibió a mi maestra que nos diera un material "adelantado" y distinto del que le estaba dando al resto de la clase. El material, en efecto, no era "adelantado", era el material que nos correspondía, pero que no estaba incluido en el currículo para las escuelas públicas. Me gradué de escuela superior sin tomar álgebra intermedia. Muchas de las cosas que aparecieron en las pruebas PEAU en la parte de matemáticas nunca me las habían dado, por tal razón tuve que tomar una clase remedial obligatoria de álgebra intermedia (la que se supone me hubiesen dado en escuela superior) durante el verano antes de ingresar a la Universidad de Puerto Rico. 


Cuando comencé mis estudios en la UPR conocí a compañeros de colegio que habían tomado pre-cálculo. Si eso no es estar en desventaja entonces no sé de qué otra manera llamarle. En mi primera clase de español la profesora pidió que nos presentáramos y dijéramos nuestra escuela de procedencia. De un salón de treinta estudiantes, tres éramos de escuela pública. En mi primer laboratorio de Biología nos entregaron una lista con los materiales que debían estar en nuestro gabinete. Yo no conocía la mitad de los instrumentos en la lista, como por ejemplo, no sabía lo que era una gradilla. No lo sabía no porque yo fuera bruta o porque no presté atención en la escuela. No lo sabía porque mi clase de biología en escuela superior fue una basura y nadie protestó, y ningún maestro señaló a su compañero por ser incompetente. Nadie hizo huelga, nadie hizo paro. Nos graduamos con lagunas de un sistema que dista mucho de ser excelente. Tener algunos maestros y maestras buenas no me sirvió para cubrir todas las lagunas que había creado el sistema en mi educación. Graduarme con un promedio alto, tener muchas medallas para hacer alarde y un IGS con el cuál podía entrar a cualquier programa de cualquier recinto tampoco me sirvió cuando no pude identificar algo tan básico como una gradilla en un laboratorio de biología. Lo siento, pero gran parte de mi educación se la debo a mi madre. Soy bilingüe porque viví en Estados Unidos, no porque doce años de inglés en la escuela pública hayan servido de algo. Sé sobre historia, política, sociología y filosofía porque mi madre me enseñó a leer. Escribo y hablo correctamente porque mi madre me corregía los errores ortográficos. Y parece mentira que maestros y maestras de español no supieran decir mi nombre correctamente cuando el mismo lleva acento. Es una vergüenza que el día de mi graduación me llamaron a la tarima por "Ismari" (acentuando la letra a) y que yo tuviera que corregir a la persona indicando que mi nombre es "Ismarí" con acento en la i. La escuela pública no me formó, yo sobreviví la escuela pública. 


Sí, aún así, entré a la Universidad de Puerto Rico, como algunos otros estudiantes de escuela pública logran hacerlo, pero no, no somos parte de la norma, somos una excepción. La realidad es que son muy pocos los estudiantes de escuela pública que tienen la posibilidad de entrar al sistema UPR. Si bien es cierto que al sumar todos los recintos del sistema se observa que un 55.8% de los estudiantes provienen de escuela pública, es irresponsable echar a todos los recintos en un mismo saco cuando tienen una diferencia en los IGS que piden para entrar a un mismo programa. Diferencias tan grandes como la que existe entre el programa de Ciencias de la UPR Recinto de Río Piedras con un IGS mínimo de 350 versus el programa de Ciencias de Utuado que exige un IGS mínimo de 250. Hay una diferencia de cien puntos. Si observan las estadísticas, los estudiantes de escuela pública que ingresan al Recinto de Río Piedras constituyen un 35.1% mientras que los que ingresan al Recinto de Utuado son un 70.7%. ¿Por qué? Evidentemente, hay un abismo entre los estándares de admisión de cada recinto, particularmente cuando se comparan con Río Piedras. Ahora bien, ¿qué importa si entramos o no cuando muchos de nosotros entramos con deficiencias académicas? Es una muestra evidente de que tenemos un problema craso con la educación en nuestro país, cuando tienes como compañeros de clase a estudiantes universitarios que no pueden escribir sin errores ortográficos, problemas abismales de redacción y una incapacidad evidente de interpretar y analizar información, al leer un texto o ver un material audiovisual. Es una verdadera vergüenza ser la única persona en un salón de clases universitarias, que sabe la respuesta cuando el profesor pregunta quién fue el Senador Joseph McCarthy, qué es el “McCarthismo” o qué fue la guerra fría tomando en cuenta que somos una colonia de Estados Unidos. Es desesperante saber que hay estudiantes universitarios que no sabían que existen dos himnos puertorriqueños o que no tienen idea de qué fue la Masacre de Ponce. No me importa cuántas medallas tienes, con qué promedio te graduaste ni cuál fue tu IGS, si esa acumulación de premios no te permite ser objetivo, hacer uso de tu pensamiento crítico e interfiere con tu capacidad de ser honesto y reconocer que con todas esas medallas y trofeos es posible que no estuvieras preparado para cursar estudios de nivel universitario. Más aún, si piensas que porque tú tuviste suerte y eres una excepción, eso significa que no hay nada de malo con nuestro sistema educativo público, entonces estás poniendo en evidencia que algo no te permite hacer un análisis objetivo de la realidad puertorriqueña, aún cuando hay estadísticas y datos que la muestran con claridad.


Ya está bueno del maldito insularismo que no nos permite ver más allá de nuestras narices. En el 2012 se realizó en Puerto Rico una versión experimental de las pruebas PISA. Cabe señalar que en Puerto Rico el Departamento de Educación eligió las escuelas que serían evaluadas, incluyendo entre estas, escuelas públicas y escuelas privadas. El 58% de los estudiantes eran de escuelas privadas. Teniendo esta posibilidad, dudo que el Departamento haya elegido a las peores escuelas por lo que si inferimos que ellos seleccionaron a las mejores escuelas del país para participar en las pruebas, aun siendo este el caso, los resultados son bastante espeluznantes.


Los estudiantes de escuela superior que participaron se posicionaron en el veinte porciento más bajo para las materias de matemáticas, ciencia y comprensión de lectura. No, Puerto Rico no está entre los diez países del mundo con el mejor sistema de educación, y esto es relevante porque a esto es a lo que deberíamos aspirar. Por eso de hacerle honor al bendito lema hueco que dice, "Puerto Rico lo hace mejor". Por lo tanto, cuando alguien señale los defectos y problemas que tiene el sistema de educación de nuestro país, no te ofendas. No permitas que tu ego se manifieste. Si queremos ser los mejores, tenemos que empezar por reconocer todas las áreas en las que fallamos y somos mediocres.

Si te ofendes, te molestas y niegas que exista un solo problema, o alguna área en la cual podríamos hacer las cosas de una mejor manera, entonces lo siento boricua, pero a ti no hay quien te ayude.

Referencias:

Composición y perfil de la Universidad de Puerto Rico, http://www.upr.edu/documentos/composicion-perfil.pdf

Programas Académicos de la Universidad de Puerto Rico e IGS, http://estudiantes.upr.edu/admisiones/carreras/exploreps.php?a=lct&cat=26

Resultados de las pruebas PISA, http://www.caribbeanbusinesspr.com/news/pr-scores-low-on-global-report-card-100911.html 

Las pruebas PISA según el DE, http://www.de.gobierno.pr/prensa/51-noticias/2359-participacion-de-pr-en-pruebas-pisa-no-puede-medirse-aun-con-otros-paises




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